Douglas SBD Dauntless
El ocaso del
Imperio del Sol Naciente
Aunque la Historia ha encumbrado a otros modelos
estadounidenses como el Mustang o el B29, como los vencedores alados de la SGM,
la verdad es que el primer y decisivo golpe que llevó a Japón inexorablemente
la derrota, lo logró el tosco y algo obsoleto
Douglas SBD Dauntless.
Midway: Antes de la batalla
Al igual que en la Batalla de Inglaterra, donde los cazas de la RAF
fueron la punta de lanza que paró el empuje alemán, en Midway puede aplicarse
la célebre frase de Churchill “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos” a los
pilotos de la US Navy. Y del mismo modo resulta exagerada, pues la victoria en
ambos casos se consiguió gracias a más factores que la indudablemente heroica y
magistral actuación de los pilotos.
Para empezar, Estados
Unidos descifraba las comunicaciones navales japonesas y había descubierto el
objetivo del próximo asalto japonés, Midway. La Marina Imperial de Japón creía
contar con el factor sorpresa y la sorprendida sería ella.
No hacía ni 30 días que ambas Armadas
habían sostenido el primer combate puramente aeronaval de la Historia, de
portaaviones contra portaaviones, en la Batalla del Mar del Coral. El resultado
aparente era de victoria japonesa, pero en realidad las pérdidas
norteamericanas sólo disimulaban que la Marina Imperial fracasó en su objetivo
durante dicha Batalla.
Dauntless
a punto de despegar desde el USS Yorktown
en
la Batalla del Mar del Coral.
En Midway no habría lugar a
dudas.
La Fuerza Japonesa de Ataque alineaba 4 portaaviones: el Akagi, el Kaga,
el Hiryu
y el Sōryū,
apoyados por 2 cruceros pesados, 2 cruceros ligeros, 8 destructores, 248
aviones navales y 16 hidroaviones. Aunque Japón había dispuesto muchas más
naves para la batalla, no llegaron a entablar combate.
La Fuerza Estadounidense alineaba 3 portaaviones: el Yorktown, el Enterprise y el Hornet, apoyados por 7 cruceros pesados, 1 crucero
ligero, 15 destructores, 233 aviones navales y 133 basados en tierra.
Espectacular maqueta del USS Hornet, protagonista
de los primeros varapalos a Japón: El raid de Doolittle sobre Tokio y la
Batalla de Midway.
La aviación imperial, al ataque
El 4 de Junio de 1942, a las 4:08 am, 108
aviones japoneses despegaron para atacar el atolón de Midway. El resto de la
aviación de la flota de ataque se mantuvo en reserva a la espera de evaluar
este primer asalto.
Los bombarderos japoneses
atacaron las instalaciones americanas con virulencia y causando notables daños,
pero sin lograr su destrucción. Por otra parte, la alerta previa estadounidense
permitió una defensa antiaérea encarnizada que no se pudo dar en Pearl Harbour
y que ahora castigaba con muchas bajas a los aviones japoneses, aunque a un
alto costo de los mediocres Wildcat y Buffalo que defendían Midway. Sería
necesaria una segunda oleada de bombardeo. Los americanos habían enviado
bombarderos basados en tierra al mismo tiempo que esta primera oleada les
atacaba, pero no lograron ni un impacto, sufriendo además numerosas pérdidas.
Entretanto, 6 hidroaviones de
reconocimiento de la flota imperial sobrevolaban los mares en busca de la flota
americana. Uno de ellos, lanzado con retraso por una avería, informó de la
presencia de la Flota Americana, planteando un tremendo dilema al almirante
Nagumo, jefe de la Flota Imperial.
El
Aichi E13A del crucero pesado Tone despega con una hora de retraso.
La
desinformación japonesa sobre las fuerzas del enemigo era casi total.
¿Proseguir
con el ataque a Midway o cambiar el objetivo contra la Flota enemiga? La
información del hidro era muy escasa, de modo que decidió esperar a saber más
sobre la composición de esa flota (el hidro no había visto los portaaviones),
aguardar el regreso de la primera oleada de ataque y después lanzar un nuevo
ataque contra el objetivo que se considerase prioritario.
La US Navy ataca la flota japonesa
El almirante estadounidense Spruance decidió lanzar sus aviones en
cuanto éstos estaban listos para el ataque en lugar de esperar a lanzar un
ataque simultáneo. Esto, que parece una medida imprudente, fue una de las
claves de su éxito.
Dauntless a punto de despegar desde el USS
Enterprise.
Otra, no menos importante, fue la desinformación que cegaba las
decisiones japonesas, que les llevó a efectuar el cambio de armamento y
repostaje de sus aviones precisamente en el momento del ataque estadounidense.
Debido al escalonamiento del ataque
americano, los primeros aparatos de la US Navy que llegaron a atacar la Flota
Imperial fueron los lentos y obsoletos torpederos TBD Devastator, que fueron
masacrados por la artillería antiaérea japonesa y los Zero de la escolta en dos
oleadas que acabaron casi por completo en el fondo del Pacífico sin lograr
arañar a la flota enemiga.
Representación muy idealizada del heroico pero
desastroso ataque de los Douglas TBD Devastator. Ni ellos ni sus sucesores, los
Grumman TBF Avenger, llegaron a tener posibilidades de hacer blanco y fueron
barridos del cielo.
Sin
embargo su sacrificio no fue estéril; los Zero de la escolta terminaron de
agotar su combustible y munición con ellos, les hicieron volar a baja cota y
forzaron a los portaaviones imperiales a navegar defensivamente, impidiendo el
despegue de nuevos aviones. Entonces llegaron los Dauntless.
La Muerte llega del cielo
Los Douglas SBD Dauntless llegaron sobre los portaaviones japoneses
procedentes de dos lados opuestos ya que ambas formaciones se habían separado
previamente.
La caza de escolta
japonesa estaba alejada de los buques que debía proteger en espera de que
despegasen sus camaradas de los aviones de ataque, cargados de torpedos y
bombas antibuque, para poder aterrizar y repostar.
Dichos aviones de
ataque y sus escoltas, se apiñaban en las cubiertas de vuelo de los
portaaviones japoneses, armados de munición y explosivos, llenos de
combustible, motores en marcha, ofreciendo la máxima vulnerabilidad que un
piloto de bombardero en picado pudiese soñar.
La cubierta del Akagi, con la segunda oleada del
ataque a Pearl Harbor a punto de despegar. En Midway los Dauntless llegaron
justo en este crítico momento.
El
Lt.Cdr. McClusky lideró los SBD del Enterprise contra el buque insignia Akagi y
contra el Kaga mientras el Lt.Cdr. Leslie llevaba al VB-3 contra el Soryu. La
inexperiencia les jugó una mala pasada pues de los Dauntless del “Gran E”, 28
atacaron al Kaga y únicamente los 3 aparatos del la sección del Lt. Best cayeron contra el Akagi... El caso es que vino
a dar lo mismo.
Los
Dauntless dejan atrás a un Akagi envuelto en llamas,
al
fondo el Kaga sufre el mismo destino.
Kaga y Akagi recibieron
bombas de los Dauntless en mayor y menor número, ambos fueron sacudidos por
explosiones e incendios incontrolables de inmediato.
El mismo terrible destino
alcanzó al Soryu, reventado e incendiado por los Dauntless del VB-3 de tal
modo, que los últimos aviones al verlo tan destrozado, decidieron no atacarlo
más y buscar nuevos blancos entre acorazados y cruceros.
Todo sucedió en menos de 6 minutos. Con
aquellos 3 portaaviones, el empuje ofensivo de Japón se había llevado un mazazo
letal. No sólo por los tres portaaviones de vital necesidad estratégica, sino
por todas las tripulaciones aéreas y navales muy bien entrenadas y fogueadas
que eran su espina dorsal y que Japón era incapaz de reemplazar.
Aún hay más...
Los
Zero de la escolta no se quedaron mirando; aunque incapaces por posición de
impedir el desastre, estaban resueltos a vengarlo. Disparaban contra los SBD
que habían descendido a baja cota tras el ataque y culebreaban para esquivar
las ráfagas japonesas en lo posible.
Un Zero venga el desastre infligido por los Dauntless.
De los 32 Dauntless de McClusky, 16 fueron al fondo del Pacífico,
víctimas del enemigo o de la falta de combustible. Y de los supervivientes,
muchos estaban seriamente dañados. El propio McClusky regresó al Enterprise con
sólo 20 litros de gasolina y una bala en el hombro.
El grupo de Leslie
también perdió la mitad de sus aviones por falta de combustible, pero amerizaron
junto al crucero Astoria y fueron rescatados.
A pesar del innegable
triunfo, aún quedaba un portaaviones japonés intacto, El Hiryu. Este se había
librado por estar oculto bajo unas providenciales nubes, pero fue avistado por
los americanos de regreso, que dieron oportuno aviso de su presencia y estado
operativo.
El Hiryu, como sus desafortunados
compañeros, tenía a su grupo aéreo listo para despegar y así lo hizo. Además,
contaron con los aviones americanos que regresaban a sus buques para “guiarlos”
hacia el objetivo.
El Hiryu con un grupo de vuelo listo para el
despegue.
Esta fue la mejor acción
japonesa en Midway, al seguir hábilmente a los aviones de la US Navy sin que
éstos se percatasen de ello, cogiendo a su buque, el Yorktown, desprevenido. El
ataque japonés, liderado por teniente de navío Tomonaga, fue
demoledor, acertándole con varios impactos y provocando aparatosos incendios
que por otra parte fueron sobreestimados por los aviadores nipones, que lo
dieron por prácticamente hundido.
La buena (pero errónea) noticia fue
recibida con gran alivio y satisfacción por el Mando japonés, que de inmediato
lanzó al segundo Grupo Aéreo del Hiryu antes de recibir al primero de regreso,
algo menos de dos horas del primer lanzamiento. La segunda oleada encontró de
nuevo al Yorktown. Sin embargo, sus dotaciones de control de daños habían
logrado sofocar todos los incendios y los japoneses dieron por hecho que se
trataba del segundo portaviones americano (su Inteligencia les informaba que
sólo podía haber dos). Un nuevo ataque japonés se abatió contra el castigado
Yorktown, que quedó incendiado de nuevo y muy escorado.
El USS Yorktown, herido de muerte.
Increíblemente, a pesar de los dos ataques consecutivos y los daños de
la anterior batalla reparados a la carrera, no se hundió por ello, sino por un
submarino japonés que aprovechó la ocasión poco después.
El caso es que el Mando japonés seguía
con una idea completamente equivocada de lo que estaba pasando. Pensaban que
habían hundido o al menos puesto fuera de combate a los dos portaaviones
americanos y a ellos les quedaba uno. ¿Podrían cubrir con esa menguada fuerza
su desembarco contra Midway?
Asalto final
Con el Yorktown fuera de combate, 24 Dauntless despegaron del
Enterprise y 16 más del Hornet les siguieron a la caza del cuarto portaaviones
japonés, el Hiryu.
Decididos a dar la puntilla a la
formación naval enemiga, los Dauntless volaron sin escolta hacia el único
portaviones que la Marina Imperial conservaba en plena capacidad de combate y
que acababa de asestar dos tremendos ataques contra el Yorktown.
Un Dauntless a punto de lanzar sus bombas contra el
Akagi con sus aviones en cubierta. El Hiryu iba a correr exactamente la misma
suerte.
El
Lt. Earl Gallaher inició el ataque, lanzándose en picado desde 19000 pies
contra el Hiryu. No obstante, más de 12 Zeros defendían su buque, aunque en
vano; derribaron un Dauntless antes de que lanzase las bombas, pero el resto
machacó al Hiryu sin piedad. Entre 4 y 5 bombas alcanzaron de pleno al gran
portaaviones, que una vez más fue víctima no sólo del ataque de los Dauntless,
sino de la peligrosa presencia de sus propios aviones en cubierta, que
magnificaron los daños del bombardeo enemigo irremisiblemente. Incontrolables
incendios y explosiones internas derrumbaron la mitad delantera de la cubierta
vuelo, dejando a la vista el interior del buque, mientras uno de los
ascensores estallaba y salía volando contra el puente.
Con
casi un tercio de la cubierta destruida y en llamas,
el Hiryu queda sentenciado.
El buque ardía de punta a punta y se veía tan destrozado que los
Dauntless restantes lo descartaron como blanco y atacaron a buques de escolta,
aunque sin lograr ni un impacto.
Los Zeros de la escolta
derribaron dos Dauntless más, pero era un paupérrimo consuelo. El Hiryu agonizaría
durante casi 16 trágicas horas, pero terminaría hundiéndose y con él su
comandante, Contralmirante Tamon Yamaguchi y los sueños imperiales del Sol
Naciente.
Estados Unidos había perdido un
portaaviones y muchos aviones y tripulantes, pero no le costaría reponerlos. En
cambio, Japón carecía del potencial industrial y humano de su enemigo, lo que
junto con esos cuatro portaaviones, implicaba la pérdida absoluta de su
capacidad ofensiva. Las bombas de los Douglas SBD Dauntless la enviaron a pique
en Midway.
¡Un saludo desde EL HANGAR!
Firebrand
Fuentes:
Aviones en Combate – Unidades del SBD Dauntless durante la Segunda
Guerra Mundial